Gestión del Duelo

Te Ayudamos en este duro proceso para una correcta Gestión del duelo.

El duelo es un proceso que se produce en respuesta a la pérdida de un ser querido, y la Gestión del duelo es vital para el mismo. Puede ser una de las experiencias más dolorosas de la vida, por el impacto emocional y psicológico que esto supone en los familiares, amigos y todas aquellas personas cercanas a la persona que nos ha dejado.

En realidad, a lo largo de la vida, vamos a experimentar diversos duelos debido a que, no solamente atravesamos un periodo de duelo ante el fallecimiento de un ser querido, sino también, ante cualquier tipo de cambio significativo en nuestra vida que requiera de un periodo de adaptación.

Por ejemplo, tendremos que afrontar la gestión del duelo ante una ruptura de pareja, un cambio de ciudad y/o de vivienda, también experimentamos un periodo de duelo.

Duelo Normal VS. Duelo Patológico

Tenemos que diferenciar cuando se trata de un duelo normal o de un duelo patológico, con la finalidad de ofrecer una terapia psicológica eficaz. Frecuentemente, el duelo normal hace referencia a aquel proceso psicológico y emocional que todas las personas presenciamos ante cualquier tipo de pérdida, suele iniciarse a los pocos días de la ausencia de nuestro ser querido, puede ser incapacitante durante días o semanas, pero a largo plazo, la persona se adapta adecuadamente a su nueva vida sin esa persona.

En cambio, el duelo patológico hace referencia a aquel duelo normal que no se ha logrado transitar de forma satisfactoria. Normalmente, la persona suele quedarse bloqueada en alguna de las fases del duelo, puede ser muy incapacitante durante meses o incluso años, causando un deterioro importante.

Fases del Duelo

El proceso de duelo se compone de diferentes etapas. Según Kübler-Ross, existen cinco fases que todas las personas vamos a experimentar cuando estamos atravesando un proceso de duelo. Éstas, no son lineales, es decir, no todas las personas seguimos las mismas etapas, ni en el mismo orden. Las etapas son las siguientes:

  • Fase de Negación: es la reacción inmediata tras la pérdida. Suele acompañarse de un estado de “shock”, confusión y embotamiento emocional y cognitivo.
  • Fase de Ira y/o enfado: frecuentemente, aparecen sentimientos de frustración, impotencia e irritabilidad. Se intenta buscar una explicación o atribuir una responsabilidad interna o externa a lo sucedido.
  • Fase de Negociación: se empieza a tomar conciencia de la realidad de la perdida. Se guarda la esperanza y se buscan alternativas para revertir la situación. Por ejemplo, en una ruptura de pareja podemos tener la esperanza de que la otra persona volverá con nosotros si nos comportamos de otra forma.
  • Fase de depresión: se va contactando con la ausencia, tomando consciencia de que esa persona no volverá.
  • Fase de aceptación: supone el punto final al duelo, al comprender y aceptar psicológicamente y emocionalmente la pérdida, continuando con nuestra propia vida sin experimentar malestar.

Gestión del duelo. Recomendaciones para afrontar la pérdida

Exprésate

Permítete expresar todas las emociones que aparezcan. No luches ni huyas de lo que sientes y aprende a gestionar tus emociones.

Analiza el aprendizaje

Intenta darle un significado constructivo y analiza los aprendizajes que la perdida te ha podido dejar. Es momento de aprender a vivir sin esa persona.

Red de Apoyo

Busca una red de apoyo social. Rodéate de personas cercanas con las que tengas confianza, exprésales cómo te sientes y cómo pueden ayudarte.

Comunícate con él/ella

Escribir una carta a tu ser querido para expresar tu dolor, pedir perdón, agradecer, etc. puede ayudarte a sentirte más aliviado/a.

Hábitos Saludables

Establece hábitos saludables de sueño y alimentación. Al inicio puede ser complicado, pero esto nos aportará numerosos beneficios.

Amuletos

Elige un objeto que te recuerde a tu ser querido y llévalo contigo siempre. Esto nos puede ayudar a sentir que está con nosotros de forma simbólica.

Tareas que se trabajan

La terapia psicológica para el duelo está enfocada principalmente a elaborar y aceptar la pérdida de nuestro ser querido. 

Frecuentemente, trabajamos sobre todas las emociones que podemos sentir, el dolor y sufrimiento, creencias limitantes, conductas disfuncionales, situaciones traumáticas, la impredecibilidad o descontrol de lo sucedido, ayudamos a adaptarse al contexto de la persona donde el fallecido está ausente, entre otros factores que dependen de cada caso y situación particular.

¿Cuándo debes acudir a vernos?

Tal y como hemos comentado, el duelo es un proceso normal. Sin embargo, algunas veces puede ser difícil manejar situaciones nuevas y desconocidas por el elevado dolor e impacto psicológico y emocional que cualquier perdida supone para la vida de las personas.

Si un ser querido o persona cercana ha fallecido, estás atravesando una ruptura de pareja, has vivido algún cambio importante en tu vida y/o sientes un dolor intenso que no sabes cómo manejar raíz de algún tipo de pérdida, un/una psicólogo/a especializada en duelo puede ayudarte y acompañarte a manejar el proceso de duelo.

Preguntas frecuentes

Aquí te podemos resolver algunas dudas. Y si no fuera suficiente… ¡Llámanos! Te vamos a atender de forma rápida y concisa.

Muchos expertos en duelo comentan que el proceso puede durar hasta un año. No obstante, depende de cada persona y caso particular, con lo que puede durar de meses a años. Lo más importante no es tanto la duración del proceso de duelo, sino respetar el ritmo de cada uno e ir gestionándolo adecuadamente.

La psicóloga especialista en duelo explorará el caso de forma personalizada para poder empezar a intervenir desde la primera sesión con aquellas herramientas y técnicas que considere que son más beneficiosas y eficaces para la situación.

El numero de sesiones necesarias para trabajar el proceso de duelo depende del ritmo de cada persona y sus necesidades.

Habitualmente, las sesiones de terapia psicológica para un proceso de duelo son semanales, al inicio. Posteriormente, se espacian a quincenales y mensuales, en función de la evolución de cada uno y sus necesidades.

Frecuentemente, se suele experimentar tristeza profunda, llanto, ansiedad, soledad, problemas de sueño y aislamiento social, a pesar de existir muchos otros síntomas. 

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